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Un grupo de estudiantes de Geografía estudiaba las siete maravillas del mundo.  Al término de la clase se les pidió hacer una lista de las que ellos consideraban deberían ser realmente las Siete Maravillas del Mundo.

A pesar de algunos desacuerdos, la mayoría votó por lo siguiente: Las Pirámides de Egipto, El Taj Mahal, El Gran cañón, El Canal de Panamá, El Empire State, La Basílica de San Pedro, La Muralla China.

Mientras se hacía la votación el profesor notó que una estudiante permanecía callada y no había entregado aún su lista.  Así que le preguntó si tenía algún problema para hacer su elección.  La muchacha tímidamente respondió:

—”Sí, un poco.  No puedo decidirme pues son tantas las maravillas”.

El maestro dijo: —”Bueno, dinos lo que has escrito y tal vez podamos ayudarte”.

La muchacha titubeó y después leyó: —”Creo que las Siete Maravillas son: Poder tocar, poder saborear, poder ver, poder escuchar…”

Titubeando un poco continuó: —”Poder sentir, poder reír y… poder amar”.

Al terminar de leerlas el salón de clase quedó en un silencio absoluto.

Anciana está animada comunidad limpiando la hojarasca nos han dejado en la  playa Fotografía de stock - Alamy

Se encontraba una familia de cinco personas pasando el día en la playa. Los niños estaban haciendo castillos de arena junto al agua cuando, a lo lejos, apareció una anciana, con sus vestidos sucios y harapientos, que recogía cosas del suelo y las introducía en una bolsa.

Los padres llamaron junto a sí a los niños y les dijeron que no se acercaran a la anciana.

Cuando ésta pasó junto a ellos, inclinándose una y otra vez para recoger cosas del suelo, dirigió una sonrisa a la familia. Pero no le devolvieron el saludo.

Unas semanas más tarde se enteraron que la anciana llevaba toda su vida limpiando la playa de cristales para que los niños no se hirieran los pies.

«¿No pesa esa carga?»

Cuento espiritual: Él no pesa, es mi Hermano

Un día, al salir de casa, vi a un niño pobre de unos ocho o diez años, con la carita flaca, el pelo sucio, la ropa apenas lo abrigaba.

Pero lo que más me impactó fue lo que traía en sus espaldas: colgado de sus hombros llevaba a otro niño, apenas un par de años más pequeño que él.

El niño apoyó, con mucho cuidado, a su «pequeña carga» en el borde de un escalón y levantando apenas la cabeza, me miró y dijo: «Señor, ¿me podría dar unas monedas?, si quiere le limpio el jardín». 

Yo lo miré con cara de asombro por el peso que llevaba, entonces le di unas monedas y le pregunté señalando sus hombros:  «¿No pesa esa carga?

Él, sin vacilar, me miró a los ojos y me respondió: 

– «No pesa, es mi hermano», y sin dudar, lo volvió a levantar sobre sus hombros, me dio las gracias y se fue.

Child giving kiss to mother in park at sunset. Slow motion — Stock ...Una señora que había tenido a su cuarto hijo con edad avanzada, estaba en el parque con sus hijos que jugaban, cuando el más pequeño, se le acercó para beber agua.

El pequeño se quedó mirando a su mamá, y le preguntó:

– “Mamá, ¿qué es la vejez?”

La madre, impactada por la pregunta de su hijo, se volvió para mirar al hijo, que                -sonriendo- esperaba su respuesta.

– “Mira mi rostro, hijo,” dijo ella. “Esto es la vejez.”

Ella imaginó al niño mirando sus arrugas y la tristeza en sus ojos.

Cuál no fue su sorpresa cuando, después de algunos instantes, el niño le dijo:

“¡Mamá! ¡Qué bonita es la vejez!”

«El elefante»

La bella historia del elefante encadenado - La Mente es MaravillosaUn día un niño vio como un elefante del circo, después de la función, era amarrado con una cadena a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Se asombró de que tan corpulento animal no fuera capaz de liberarse de aquella pequeña estaca, y que no hiciera el mas mínimo esfuerzo por conseguirlo.

Decidió preguntarle al hombre del circo, que le respondió:

“Es muy sencillo, desde pequeño ha estado amarrado a una estaca como esa, y como entonces no era capaz de liberarse, ahora no sabe que esa estaca es muy poca cosa para él.

Lo único que recuerda es que no podía escaparse y por eso ni siquiera lo intenta”.

Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas «no podemos» simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos en nuestra mente «no puedo y nunca podré».

Pero Cristo nos libera de la «estaca» que es el pecado que nos amarra a una existencia sin sentido. «Todo lo puedo en Aquel que me conforta».

“La joya”

Resultado de imagen de piedra preciosaUn monje andariego se encontró, en uno de sus viajes, una piedra preciosa, y la guardó en su talega.

Un día se encontró con un viajero y, al abrir su talega para compartir con él sus provisiones, el viajero vio la joya y se la pidió. El monje se la dio sin más. El viajero le dio las gracias y marchó lleno de gozo con aquel regalo inesperado de la piedra preciosa que bastaría para darle riqueza y seguridad todo el resto de sus días.

Sin embargo, pocos días después volvió en busca del monje mendicante, lo encontró, le devolvió la joya y le suplicó:

“Ahora te ruego que me des algo de mucho más valor que esta joya. Dame, por favor, lo que te permitió dármela a mí.»

Resultado de imagen de dibujos camión de la basuraUn día, hace ya varios años, subí a un taxi para ir a mi trabajo. Había entablado una conversación con el conductor y de repente, sin saber por qué otro automóvil, se cruzó tan bruscamente, que para no causar una tragedia, el conductor del taxi tuvo que girar el coche y frenar súbitamente.

Milagrosamente no ocurrió nada, pero el conductor del vehículo que había cometido la imprudencia, se bajó bruscamente de su auto y comenzó a gritar e insultar al taxista.

El taxista, a pesar de lo injusto de la situación, sonrió, levantó su mano y lo saludó muy amablemente diciéndole lo siento, que Dios le bendiga y que tenga un buen día y luego sin decir nada más retomó la marcha.

Sorprendido por esta actitud, le pregunté: “¿Por qué le ha respondido así, esa persona por poco destruye su automóvil y además casi nos envía a los dos al hospital?”.

Entonces el taxista me dio una lección que jamás olvidaré, me dijo: “Muchas personas son como el camión de la basura. Están cargados de enojo, odio, frustración, resentimiento… y ante cualquier situación aprovechan para descargarla”.

-“Pero, porqué lo hacen ante una situación como esta, si usted no le ofendió y solo fue su culpa”.

-“Lo hacen ante la primera oportunidad, porque necesitan eliminar de su interior toda la basura acumulada, porque ya no hay lugar para más”.

 

Desde aquel día no he vuelto a permitir que los camiones de basura tomen el control de mis sentimientos y mucho menos de mis reacciones.

Aprendí, que sonreírles a los insatisfechos, malhumorados y frustrados es la mejor medicina que puede ayudarles a cambiar su perspectiva de la vida.

Bombero sosteniendo a niño niño para salvarlo en fuego y humo | Foto PremiumEstoy atravesando con mi hija el pasillo.

Hace 10 años saqué a un niño de 14 años de su casa engullida por el fuego. Los médicos dijeron que nunca volvería a andar.

Mi hija me acompañaba muchas veces al hospital para verlo. Luego empezó a ir ella por su cuenta.

Hoy lo estoy viendo desafiar todos los obstáculos, sonriendo, de pie, en el altar, mientras coloca un anillo en el dedo de mi hija.

Imagen relacionadaCuentan que un hombre estaba perdido en el desierto y a punto de morir de sed. De pronto vio una vieja cabaña sin ventanas, sin techo, estropeada por el tiempo. El hombre se acomodó en una pequeña sombra huyendo del calor del sol desértico y mirando alrededor vio, a algunos metros de distancia, una bomba de agua, vieja y oxidada. Se arrastró hasta allí y empezó a bombear sin parar.

No ocurrió nada y desanimado, se echó en el suelo. De pronto notó que al lado de la bomba había una botella. La miró, le limpió la suciedad y el polvo y pudo leer el siguiente mensaje:

 

“Amigo, para que esta bomba funcione, primero necesitas prepararla vaciando en ella, toda el agua de esta botella”.
PD: “Haz el favor de rellenar la botella antes de irte.”

El hombre abrió la botella y efectivamente tenía agua. La botella estaba casi llena de agua. Pero ahora se enfrentaba a un gran dilema: Si bebía el agua podría sobrevivir, pero si echaba el agua en la vieja bomba oxidada, quizá obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, o quizás no.

Si la bomba funcionaba podría tener toda el agua que quisiera y podría llenar la botella para la próxima persona, pero ¿y si no funcionaba?
¿Qué debía hacer? ¿Volcar el agua en la vieja bomba y esperar el agua fresca y fría o beber el agua de la botella y salvar su vida?
¿Debía perder toda el agua que tenía, esperando que aquellas instrucciones poco fiables, escritas no se sabía cuando, fueran ciertas?

Con temor, el hombre volcó toda el agua en la bomba y empezó a bombear… La bomba empezó a chirriar, pero nada ocurrió.

Al cabo de unos instantes surgió un hilito de agua; después un pequeño chorro y, finalmente el agua salió con abundancia.

La vieja y oxidada bomba hizo salir mucha, pero mucha agua fresca y cristalina. El hombre llenó la botella y bebió de ella hasta saciarse. La llenó otra vez para el próximo que pasara por allí, la enroscó y agregó una pequeña nota a la etiqueta: ¡Créeme, funciona! ¡Necesitas dar toda “tu” agua antes de poder obtenerla en abundancia!

“Necesitas vaciarte de ti mismo para poder recibir todas las maravillas que Dios tiene preparadas para ti”

Imagen relacionadaUn transeúnte se detuvo un día ante una cantera en la que trabajaban tres compañeros.

Preguntó al primero: «¿Qué haces, amigo?»

Y este respondió sin alzar la cabeza: «Me gano el pan».

Preguntó al segundo:  «¿Qué haces, amigo?»

Y el obrero, acariciando el objeto de su tarea, explicó: «Ya lo ves, estoy tallando una hermosa piedra».

Finalmente preguntó al tercero: «¿Qué haces, amigo?»

Y el hombre, alzando hacia él unos ojos llenos de alegría, exclamó: «¡Estamos edificando una catedral!».