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En una tierra en guerra, había un rey que causaba espanto. Siempre que hacía prisioneros, no los mataba, los llevaba a una sala donde había un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del otro, sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre. En esta sala el rey les hacía formar un círculo y les decía entonces… “Ustedes pueden elegir entre morir atravesados por las flechas de mis arqueros o pasar por esa puerta misteriosa”.

Todos elegían ser muertos por los arqueros.

Al terminar la guerra, un soldado que por mucho tiempo sirvió al rey se dirigió al soberano y le dijo: —”Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?”

—”Dime soldado”.

—”¿Qué había detrás de la horrorosa puerta?”.

—”Ve y mira tú mismo”, respondió el rey.

El soldado entonces, abrió temerosamente la puerta y, a medida que lo hacía, rayos de sol entraron y aclararon el ambiente… y, finalmente, descubrió sorprendido que la puerta se abrió sobre un camino que conducía a la libertad.

El soldado admirado sólo miró a su rey que le decía:

—”Yo daba a ellos la elección, pero preferían morir antes que arriesgarse a abrir esta puerta”.

“¿Te atreves a abrir la puerta que conduce al cielo?”

Un grupo de ranas viajaba por el bosque y de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo. Cuando vieron lo hondo que era el hoyo, le dijeron a las dos ranas en el fondo que se debían dar por muertas ya que no saldrían.

Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles.

Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió. Ella se desplomó y murió.

La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas para que dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía sentido seguir luchando. Pero la rana saltaba cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo.

Cuando salió, las otras ranas le dijeron: “Nos alegramos mucho de que hayas logrado salir, a pesar de lo que te hemos gritado”. La rana les explicó que era sorda, y que pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más y salir del hoyo.

En los Estados Unidos de América, en la NASA, hay un póster muy bonito de una abeja, el cual dice así: “Aerodinámicamente, el cuerpo de una abeja no está hecho para volar, lo bueno es que la abeja no lo sabe”.

“TÚ Y YO HEMOS SIDO CREADOS PARA EL CIELO… ¿LO SABES?”

Resultado de imagen de jesús en la cruzCuenta una historia que había una vez unos pájaros que querían subir al cielo.

Pero entre la tierra y el cielo había una red tan tupida que los pájaros no podían atravesarla y volvían a caer al suelo.

De pronto un pájaro más valiente, mucho más fuerte que los otros, atravesó la red, pero al precio de su sangre, quedando herido.

Entonces los otros pájaros pasaron a través del agujero que había hecho y subieron al cielo con él.

 

Jesús -el Hijo de Dios- ha derramado su sangre, muere, atraviesa la red, y todos los demás podemos subir tras Él hacia la luz, hacia el cielo.

¡Y todo eso… LO HIZO POR TI Y POR MI!

 

Santo Tomás de Aquino fue el autor de la Suma Teológica.Resultado de imagen de santo tomas de aquino

Toda su vida trató de dar una respuesta a la pregunta

“¿qué es Dios?”.

Al final de su vida, le fue concedida una profunda

experiencia de Dios.

Ante este hecho, el santo le pidió permiso a su superior

para quemar todos sus escritos:

«Todo lo que he escrito lo considero como paja

comparado con lo poco que he visto del Cielo…»

 “Si lo comprendieras, no sería Dios”
(San Agustín)

Ayer fue el día más triste de mi vida: fue el funeral de mi madre. Cuando miré su dulce y adorable cara y su cabello plateado por el tiempo, me di cuenta que esa sería la última vez que la vería. Muchos pensamientos vinieron entonces a mi mente.

Cuando por las tardes o las noches no teníamos quien nos cuidara a los niños, acudíamos a mi madre porque no queríamos perdernos la película de cine o la fiesta en casa del amigo. Ella nunca se negó, jamás nos dijo que tenía otros planes o yo no quise darme cuenta.

En una ocasión me prometí llevarla a ver las películas que le gustaban. Pero nunca compré la entrada.

Una vez nos encontramos en la panadería y vi que su suéter estaba un poco desteñido y viejo. Entonces pensé que debería llevarla al centro y comprarle uno nuevo. Sabía que, aunque ella lo necesitaba, nunca me lo pediría, así era ella. Pero siempre tuve otras cosas que hacer y mi madre siguió con su suéter viejo.

Recuerdo su último cumpleaños. Le mandamos unas flores blancas bellísimas con una nota que decía: “Lamentamos no poder estar contigo en esta fecha, pero con estas flores te enviamos todo nuestro amor”. Esa tarde había un programa de televisión muy importante y por la noche estábamos invitados a una fiesta.

Y recuerdo la última vez que vi a mi madre viva, fue en la boda de un primo, se veía más viejecita y cansada. Entonces pensé en mandarla a unas vacaciones con su hermano en la costa. Para que tomara el sol un poco y no se viera tan pálida. Pero nunca lo hice, siempre tuve supuestamente cosas más importantes que hacer.

Si yo pudiera volver atrás las hojas del almanaque, le compraría todos los suéteres del mundo, la llevaría al cine y pasaría todos sus cumpleaños a su lado. Si yo pudiera regresar en el tiempo la mandaría a ver a su hermano y a todos los sitios que quisiera ir. Pero es muy tarde ya.

Ella está en el cielo y yo estoy aquí enfermo del corazón por todas las oportunidades perdidas.

Una hermosa niña iba diariamente caminando a la escuela, solita y a pié…

A pesar del mal tiempo de aquella mañana, del viento fuerte y las nubes amenazadoras, ella seguía su camino rumbo a la escuela…

A lo largo del día el viento fue aumentando, y se fue formando una tempestad, con muchos rayos y truenos…

La madre pensaba que su hijita podría sentir miedo al volver solita en medio del temporal, ya que ella misma estaba bastante asustada…

Preocupada, rápidamente subió a su coche y se dirigió a la escuela… Luego, a distancia, avistó enseguida a la pequeña…

Lo más extraño es que a cada relámpago, la niña paraba, miraba hacia arriba y sonreía! Otro y otro trueno… Y ella siempre miraba hacia el cielo y sonreía.

Finalmente la niña subió al coche e inmediatamente la madre preguntó: -“¿Puedes contarme qué estabas haciendo, tesoro?”

Y la pequeña respondió: – “¡Sonriendo mami!”  “¡Papá Dios no paraba de sacar fotos mías!”