Tag Archive: santos
Día 1: MARÍA DE LA LUZ GÁLVEZ ESPARZA de 2ºB-Bachillerato
Día 2: MARCELINO JIMÉNEZ ROJO de 2ºB-ESO
Día 3: KEVIN SAWICKI de 2ºA-Bachillerato
Día 4: NOEMÍ PLEGUEZUELOS NIETO de 2ºB-ESO
Día 13: ANTONIO MARTÍN HORTAL de 1ºC-ESO
Día 13: ANTONIO SANTIAGO MUÑOZ de 1ºA-ESO
Día 13: ANTONIO LORENZO MUÑOZ de 1ºC-Bachillerato
Día 13: ANTONIO PATERNA DÍAZ de 2ºC-Bachillerato
Día 16: JUDITH DELGADO RUIZ de 2ºB-Bachillerato
Día 17: SANDRA GARRIDO GARCÍA de 1ºA-ESO
Día 17: ISMAEL MARTÍNEZ MARTÍNEZ de 1ºB-ESO
Día 18: PAOLA GONZÁLEZ SILES de 3ºB-ESO
Día 20: PAULA SÁNCHEZ ANTÓN de 1ºB-ESO
Día 21: DANIEL LORENTE ALARCÓN de 3ºB-ESO
Día 21: LUIS HERNÁNDEZ MARTÍNEZ de 1ºB-Bachillerato
Día 23: FÉLIX SANMARTÍN MARTÍNEZ de 1ºA-Bachillerato
Día 23: ALICIA MARTÍNEZ MARTÍNEZ de 2ºA-Bachillerato
Día 24: JUAN ANTONIO DÁVILA MORALES de 1ºA-ESO
Día 24: JUAN FERNÁNDEZ GARCÍA de 1ºC-ESO
Día 24: JUAN PEDRO JIMÉNEZ GALLEGO de 2ºA-ESO
Día 24: JONATHAN LURQUI LLOR de 2ºC-ESO
Día 24: JUAN ELÍAS CARRETERO PÉREZ de 2ºB-ESO
Día 24: JUAN ANTONIO ALBALADEJO SOLANO de 1ºA-Bachillerato
Día 24: JUAN JOSÉ MARTÍNEZ ESCÁMEZ de 1ºB-Bachillerato
Día 24: IVÁN CASTILLO BALANZA de 1ºC-Bachillerato
Día 24: JUAN CARLOS JUMILLA CARRASCOSA de 2ºA-Bachillerato
Día 24: JUAN JOSÉ ROSALES UROZ de 2ºC-Bachillerato
Día 24: JUAN JOSÉ PAGÁN GARCÍA de 2ºB-Bachillerato
Día 24: JUAN MARTÍNEZ VICENTE de 2ºC-Bachillerato
Día 24: JUAN MIGUEL OJADOS HERNÁNDEZ de 2ºC-Bachillerato
Día 25: GUILLERMO EGEA VILLARREAL de 2ºB-Bachillerato
Día 29: PABLO FERNÁNDEZ SAURA de 2ºB-ESO
Día 29: ADÁN JESÚS MARTÍNEZ MOUAFIK de 3ºB-ESO
Día 29: PAULA SUAREZ EGEA de 3ºB-ESO
Día 29: PAULA SÁNCHEZ AZNAR de 4ºA-ESO
Día 29: PEDRO JIMÉNEZ GÓMEZ de 1ºA-Bachillerato
Día 29: PABLO SILES MORENO de 1ºB-Bachillerato
Día 29: PABLO GAMBÍN CANO de 2ºA-Bachillerato
Día 29: PABLO CASTELL RIBAS de 2ºB-Bachillerato
Día 29: PEDRO RODRÍGUEZ SÁNCHEZ, profesor de Religión
El diablo se apareció un día a San Mauricio:
– «Todo lo que tú haces, lo hago también yo, dijo Satanás
al solitario de la Tebaida. Tú ayunas, y yo no como nunca;
tú velas, y yo jamás duermo.»
– «Una cosa hago yo que tú no puedes hacer» – contestó Mauricio.
– «¿Y cuál es?»
– «¡Humillarme!».
Una señora, impresionada por ver a la Madre
Teresa de Calcuta bañar a un leproso, le dijo: – «Yo no bañaría a un leproso ni por un millón de dólares». La Madre Teresa le contestó: – «Yo tampoco porque a un leproso solo se le puede bañar por amor». |
Una tarde, el Padre Pío de Pietrelcina estaba en cama y lo asistía
su sobrino Mario. El tío le dijo: – Mario, tráeme el arma. El sobrino buscó por aquí y por allá en la celda, sobre la mesa, en el cajón. – Pero tío, no encuentro ningún arma. – Mira en el bolsillo de mi hábito. El sobrino buscó en el amplio bolsillo, y nada. ¡Tío, está sólo la corona del rosario! – ¡Muchacho! ¿No es esa el arma? |
“El Rosario es un arma poderosa entregada por la Virgen María”
(San Juan Pablo II)
Santo Tomás de Aquino fue el autor de la Suma Teológica.
Toda su vida trató de dar una respuesta a la pregunta “¿qué es Dios?”. Al final de su vida, le fue concedida una profunda experiencia de Dios. Ante este hecho, el santo le pidió permiso a su superior para quemar todos sus escritos: «Todo lo que he escrito lo considero como paja comparado con lo poco que he visto del Cielo…» |
“Si lo comprendieras, no sería Dios”
(San Agustín)
En el convento del Rosario donde vivía fray Martín de Porres con otros frailes dominicos, se produjo un día un grave aprieto económico, y el prior tuvo que salir con algunos objetos preciosos para tratar de conseguir algún préstamo.
Al enterarse, corrió a alcanzarle para evitarlo. Él sabía que los negros vendidos como esclavos eran bien pagados, hasta unos mil pesos. Mejor, pues, que desprenderse de objetos preciosos del convento, era otra solución:
– Padre, yo pertenezco al convento. Disponga de mí y véndame como esclavo, que algo querrán pagar por este perro mulato y yo quedaré muy contento de haber podido servir para algo a mis hermanos.
Al prior se le saltaron las lágrimas:
– Dios se lo pague, hermano Martín, pero el mismo Señor que lo ha traído aquí se encargará de remediarlo todo.
En cierta ocasión, siendo San Bernardo un joven muy elegante, de buen aspecto, y cuando todavía no había entrado en la vida monástica, se encontraba cabalgando lejos de su casa con varios amigos, hasta que cayó la noche, por lo que tuvieron que buscar hospitalidad en una casa.
La dueña los recibió bien, e insistió en que Bernardo, como jefe del grupo, ocupase una habitación separada. Durante la noche, la mujer se presentó en la habitación con intenciones deshonestas. Bernardo, en cuanto se dio cuenta de lo que se avecinaba, fingió con gran presencia de ánimo creer que se trataba de un intento de robo, y con toda su fuerza empezó a gritar:
– ¡Ladrones, ladrones!
La intrusa se alejó rápidamente. Al día siguiente, cuando el grupo se marchaba cabalgando, sus amigos empezaron a bromear acerca del imaginario ladrón, pero Bernardo, contestó con toda tranquilidad:
– No fue ningún sueño. El ladrón entró indudablemente en la habitación, pero no para robarme el oro y la plata, sino algo de mucho más valor.
San Francisco Javier es el patrono de las misiones… Pasó por muchas países predicando el Evangelio…
En una ocasión dijo:
– Si no encuentro una barca iré nadando.
Y al ver la apatía de ciertos cristianos ante la necesidad de evangelizar comentó:
– Si en esas islas hubiera minas de oro, los cristianos se precipitarían allá. Pero no hay sino almas para salvar…
Edith Zirer, judía que vive en las afueras de Jaifa, cuenta cómo fue liberada del campo de concentración de Auschwitz cuando tenía 13 años de edad. Había pasado allí tres.
“Era una gélida mañana de invierno de 1945, dos días después de la liberación. Llegué a una pequeña estación ferroviaria entre Czestochowa y Cracovia. Me eché en un rincón de una gran sala donde había docenas de prófugos, todavía con el traje a rayas de los campos de exterminio.
Él me vio. Vino con una gran taza de té, la primera bebida caliente que probaba en varias semanas. Después me trajo un bocadillo de queso, hecho con un pan negro, exquisito. Yo no quería comer. Estaba demasiado cansada. Me obligó.
Luego me dijo que tenía que caminar para poder subir al tren. Lo intenté, pero me caí al suelo. Entonces me tomó en sus brazos y me llevó durante mucho tiempo, kilómetros, a cuestas, mientras caía la nieve.
Recuerdo su chaqueta de color marrón y su voz tranquila que me contaba la muerte de sus padre, de su hermano, y me decía que también él sufría, pero que era necesario no dejarse vencer por el dolor y combatir para vivir con esperanza…
Su nombre quedó grabado para siempre en mi memoria: Karol Wojtyla…”
“La única tragedia
que nos puede pasar
es no ser santos.”
(San Juan Pablo II)